¿Me sigues?

18 mayo, 2011

Llora de alegría conmigo. Ven, ¿a qué esperas?


¿Cómo es posible que hace una hora hacía un sol espléndido, un sol que hacía brillar mi blanca piel como un reluciente diamante, y ahora las nubes tapan a ese precioso sol?
Es como la vida misma.
Cuando mejor estás, cuando estás tan feliz que cualquier cosa te hace reír, que parece que todo es perfecto, da igual con quién estés y dónde, todo está bien, la vida es color rosa, amarilla, verde... como tú la pintes; cuando parece que nada va a ir mal, es cuando te das cuenta de que te equivocas.
Tarde o temprano caes.
Esa maldita piedra que te hace caer cuando vas caminando con tus auriculares que hacen que te aisles del mundo, escuchando esa canción que tanto te gusta y pensando en tus cosas. Esa piedrita que nadie ve, pero todo el mundo tropieza con ella. Esa minúscula piedra a la que te quedas mirando y le preguntas << ¿Qué te he hecho para que me odies tanto? >>.
Y volverás a llorar.
Así es la vida, un vaivén de emociones sin sentido.
De la más alta euforia a la más desesperada desdicha.
De sentirte la persona más feliz del mundo, a ser una persona despechada, tanto que te das pena.
¿Por qué no hacemos una cosa?
Levantémosnos de ese camino, todas las veces que nos caigamos y sigamos adelante.
¡Vivan las piedras del camino! Sin ellas, no aprenderíamos de nuestros errores, así que... Eso es algo bueno, ¿no?
Digamos que no a la penas, sintamos la emoción en el pecho, otra vez.
Cojamos nuestros auriculares, y volvamos a aislarnos del mundo.
No volvamos a llorar. Bueno, sí, pero de alegría.
¡Vamos!
¿A qué esperas?