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07 marzo, 2011

No me acostumbro a estar sin ti...

Hoy desperté de un sueño profundo, no sé que estaba soñando... Sólo sé que me gustaba. Me molestó despertarme, es más, me puse de muy mal humor. A clase otra vez, a volver a coger apuntes, a hacer deberes, estudiar, vuelta a a misma rutina de todos los santos días.
Fuí al baño y me miré en el espejo, qué mala cara tengo hoy, y encima tengo ojeras: me acosté demasiado tarde... Y encima hacía frío.
Tenía frío y sueño. Y hambre...
Bajé. Cogí mi taza y me hice un Cola-Cao calentito, todavía puedo notar el calor que me quemaba en la garganta al tragar. Que bien me sentó. Y derepente, miro el reloj. Llegaba tarde, otra vez. Dejé la mitad del Cola-Cao en la taza y salí corriendo a lavarme los dientes. Mi madre se montó en el coche. Salgo corriendo y cuando me monto en el coche caigo en la cuenta: me dejé la mochila encima del sofá. Vuelvo a correr hacia mi casa, abro la puerta y cojo la mochila olvidada.
Cierro la puerta de un portazo, sin querer, ya que lo hice por las prisas que llevaba.
Llego a clase. Están pasando lista. Llegué justo a tiempo.
Y así transcurren seis largas horas... Sin hacer absolutamente nada. Bueno sí, cogiendo apuntes y hablando con mis amigas. Y pensando en él... Otro día más en el que no dejo de pensar en él, ni un segundo.

Ya eran las dos, ¡por fin se terminaba esa pesadilla!
Salgo de clase, hacía muchísimo calor.
Bajo a donde me va a recoger mi madre siempre. Pasan cinco minutos, y otros cinco... Decido llamarla. Ya estaba saliendo, qué bien. Y yo esperando achicharrándome de calor.
Llego por fin a mi amada casa. Me encuentro con que hay pollo para comer, bien. Menos mal que no hay verduras. Pero un momento... Él adoraba el pollo.
Vuelvo a pensar en él.
Termino de comer a las tres, y voy a mi habitación, hago los deberes y estudio...
Miro el reloj.
Son las siete. Cuatro hermosas horas haciendo deberes, pero espera, tengo que estudiar. Tengo un examen dentro de tres días, pero no tengo ganas. Da igual, ya estudiaré.
Miro por la ventana, ya es de noche.
Y espero... Espero a que me llame.
Pero no lo hace, ¿por qué será? Miro el móvil... Tampoco.
Claro, es que ya no está.
No es la primera vez que me pasa, ni tampoco la última.
No me acostumbro a estar sin ti.
Y vuelvo a llorar, otra vez...
¿Por qué tuvo que ser así? ¿Por qué ya no estás?
Te necesito...

2 comentarios:

Lydón dijo...

Se le hecha mucho me menos, nosotros espera muchas veces que aparezca con su fiel compañero por la plaza. El siempre estara con nosotros. Tu eras su ojito derecho, recuerdalo siempre.

Unknown dijo...

No hay ni un día que no me acuerde de él... Lo echo tanto de menos!
Lo recordaré e intentaré que él desde donde esté, se sienta orgulloso de mi :)