Te amo...

Me senté a su lado y lo abracé.

Me sentía bien, agusto, y sobre todo, muy querida.

Empecé a recordar lo que había pasado minutos antes. Su pecho desnudo y ardiente, rozando mi piel; su corazón latiendo desbocadamente, tan rápido y fuerte que podía oírlo, sus cálidos labios en mi cuello y su respiración exasperada calentando mi oreja con el baho... Dos cuerpos unidos, formando uno solo con lujuriosa pasión.

Sin pensar en lo que podría pasar, me abalancé sobre ti y te besé. Primero lentamente, después con más rapidez... Así empezó todo.

Un deseo cumplido, gracias a ti. No me arrepiento de haber hecho nada, ni lo haré.

Derepente, un beso interrumpió mis pensamientos.

Lo miré a los ojos y sonreí; y él dijo:

- Niña, ¿qué tienes? Te noto muy pensativa.

+ Nada, no tengo nada.

- ¿De verdad?

+ Sí, sólo esta pensando.

- ¿Y qué pensabas?

+ Pensaba... En lo afortunada que soy por estar contigo.

- Yo también soy muy afortunado - dijo sonriendo tiernamente.

+ Te amo...

Y con un beso, concluyó la conversación y dejé que el cariño hablara por sí mismo, en ese momento tan mágico.